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Café de Ideas & Vibraciones Cósmicas | Leer Salva | En este articulo: Hablando De Crónicas Marcianas | Autor: Miguel Rico Lopez | Publicado: 2 November 2024

Hablando De Crónicas Marcianas

Autor: Miguel Rico Lopez

2 November 2024

Crónicas Marcianas, escrita por Ray Bradbury y publicada en 1950, es una obra maestra de la ciencia ficción que explora la colonización de Marte por parte de los humanos y los impactos de esta interacción en ambas civilizaciones. Compuesta por una serie de historias interconectadas, el libro retrata una visión poética y melancólica del futuro, en la que los personajes enfrentan temas de soledad, pérdida, identidad y el deseo de pertenencia.

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La narrativa sigue a diversas figuras, desde colonos humanos hasta los marcianos nativos, y se desarrolla en un contexto donde la Tierra ha sufrido guerras devastadoras, lo que impulsa a la humanidad a buscar un nuevo hogar en Marte. A través de relatos como "El verano del cohete," "Intermedio" y "Los pueblos silenciosos," Bradbury plantea reflexiones sobre la condición humana, la búsqueda de conexión y el inevitable conflicto entre el progreso y la preservación de lo que es verdaderamente importante.

La prosa lírica de Bradbury, junto con su capacidad para evocar emociones complejas, hace de Crónicas Marcianas una obra atemporal que invita a los lectores a contemplar las repercusiones de sus acciones y a considerar las profundidades de la experiencia humana. Con su mezcla de ciencia ficción y filosofía, esta colección se ha consolidado como un clásico fundamental en la literatura del siglo XX.

Vamos a hablar de "El verano del cohete” (Rocket Summer en inglés), es el relato que abre Crónicas Marcianas.

En Crónicas Marcianas de Ray Bradbury, una de las historias que destaca por su profunda melancolía y su reflexión sobre el pasado y la pérdida es "El hombre que mira el pozo con el hijo" (asi la recuerdo por su profundo dialogo). Esta historia explora la tragedia de la colonización marciana desde la perspectiva de los últimos supervivientes de una civilización en extinción.

En el relato, un hombre marciano observa con su hijo un pozo, uno de los pocos elementos de agua que aún quedan en el planeta. Ambos están solos, sin apenas rastro de su civilización, debido a la llegada de los colonos humanos que ha cambiado radicalmente la vida en Marte. El pozo, que en su cultura tenía un valor espiritual y simbólico, representa para ellos una conexión con su historia, sus ancestros y todo lo que se desvanece ante sus ojos.

Mientras miran el agua, el padre le explica al hijo que el pozo es especial porque refleja las estrellas y los recuerdos, una forma de preservar el pasado en el presente. Pero el niño, demasiado joven para recordar cómo era el mundo antes de la llegada de los humanos, no entiende completamente el sentido de la pérdida que su padre siente. Esta desconexión entre generaciones marca el fin de su cultura, ya que las enseñanzas del padre no pueden ser transmitidas en su totalidad y el niño crecerá sin el conocimiento profundo de su historia.

Este episodio encapsula el tema recurrente en Crónicas Marcianas: la destrucción y la imposibilidad de coexistencia real entre dos civilizaciones tan diferentes. Bradbury sugiere que, con cada generación que no recuerda, una civilización termina de desaparecer, dejando una nostalgia profunda en los que aún viven en ese límite entre el pasado y el presente.

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Otra historia memorable de Crónicas Marcianas es “La tercera expedición”. Este relato es una mezcla de misterio, horror y ciencia ficción, y explora el deseo, la desconfianza y la añoranza de los seres humanos.

En “La tercera expedición”, un grupo de astronautas de la Tierra llega a Marte con grandes expectativas de explorar y, quizás, conquistar el planeta. Sin embargo, al aterrizar, descubren algo asombroso: Marte parece un pueblo estadounidense idéntico a los que dejaron en la Tierra, con calles conocidas, casas, y hasta con personas que recuerdan a sus propios seres queridos, muertos hace mucho tiempo. La tripulación, confundida y emocionada, se adentra en el pueblo, sin entender cómo Marte podría albergar algo tan familiar.

Uno de los astronautas, el capitán John Black, encuentra a sus padres, quienes lo reciben con los brazos abiertos como si nunca hubiera partido. Los otros miembros de la tripulación también se reencuentran con familiares y amigos fallecidos. Pronto, el asombro y la cautela inicial se convierten en una mezcla de nostalgia y alegría que los lleva a bajar la guardia, convencidos de que este es un milagro, o algún tipo de recompensa después de los sacrificios y soledad del espacio.

Esa noche, cada astronauta duerme en una casa con sus supuestos familiares, sintiéndose seguro y feliz por primera vez desde que abandonaron la Tierra. Pero, mientras duermen, sus familiares revelan su verdadera naturaleza: no son humanos, sino marcianos que han usado sus poderes para leer la mente de los visitantes y asumir la apariencia de sus seres queridos. Aprovechando la vulnerabilidad de los astronautas, los “familiares” los matan uno a uno mientras duermen.

Al día siguiente, los marcianos organizan un solemne entierro para los astronautas en un cementerio del pueblo, como si la llegada de los humanos fuera solo un sueño breve, ahora apagado y enterrado en Marte. La historia termina de manera inquietante, destacando el temor a lo desconocido y la idea de que el pasado puede ser una trampa mortal si uno se aferra demasiado a él.

Esta historia de Bradbury muestra los peligros de la nostalgia, la vulnerabilidad de la mente humana y el precio de la desconfianza, temas que resuenan en otras historias de Crónicas Marcianas.

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Te contaré sobre “Vendrán lluvias suaves”, una historia muy breve pero poética y poderosa que Bradbury incluyó en Crónicas Marcianas. Este relato describe un mundo en el que la humanidad se ha destruido a sí misma, dejando tras de sí únicamente rastros de su paso y de su tecnología.

La historia se sitúa en el año 2026, en una casa automatizada en una ciudad vacía, en algún lugar de los Estados Unidos. La casa sigue cumpliendo su rutina diaria como si sus dueños aún vivieran allí: a las siete de la mañana, una voz robótica anuncia la hora y se preparan automáticamente el desayuno y el café. Más tarde, otros dispositivos de la casa limpian los cuartos, dan de comer al perro (ahora envejecido y moribundo), y hasta proyectan cuentos de hadas en las paredes de la habitación de los niños. Cada detalle está programado, pero no hay nadie que lo disfrute.

Con el paso de las horas, el lector va descubriendo que los habitantes de la casa han desaparecido a causa de una catástrofe nuclear que aniquiló a la humanidad. Todo el mundo exterior está cubierto de cenizas y ruinas, pero la casa permanece, avanzando mecánicamente con su rutina diaria, ajena a la tragedia. En las paredes exteriores de la casa, las sombras de los antiguos habitantes están grabadas como marcas de una explosión: siluetas de personas en medio de sus actividades cotidianas, congeladas para siempre en una especie de pintura sombría y desgarradora.

Finalmente, al atardecer, un incendio se desata en la casa debido a un accidente. La inteligencia artificial y los sistemas automatizados tratan de combatir el fuego, pero uno por uno, los dispositivos fallan y el incendio termina por consumir la casa completamente. En medio del humo y las ruinas, una voz mecánica recita las líneas de un poema de Sara Teasdale titulado "Vendrán lluvias suaves", que describe un mundo que seguirá adelante sin los humanos, donde la naturaleza no se dará cuenta de la ausencia de la humanidad ni la echará de menos.

La historia cierra con un sentimiento de ironía y tragedia, mostrando cómo la tecnología avanzó para hacer la vida humana cómoda, pero la humanidad misma se destruyó. “Vendrán lluvias suaves” es una reflexión sobre la impermanencia de la vida humana y la indiferencia de la naturaleza ante nuestra existencia.

Es una de las historias más poéticas de Crónicas Marcianas y nos deja pensando en cómo los logros tecnológicos pueden ser inútiles sin la humanidad para darles propósito.

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